Metropolitano, underground o tube como lo llaman en Londres, subte como lo llaman en Argentina… Metro para todos. Un transporte que permite trasladar a un gran número de personas con rapidez y con una alta frecuencia.
El metro surgió en Londres como iniciativa de Charles Pearson a mediados de siglo XIX (1843), buscando un sistema que mejorara el transporte de la ciudad. En 1863 se abre la primera línea. En la misma fecha se inaugura el de Nueva York y en 1896 los de Budapest y Glasgow. En el siglo XX se generaliza en todo el mundo, sustituyéndose progresivamente las primeras locomotoras a vapor por eléctricas y mejorando aspectos como la seguridad.
En España la primera línea construida fue la de Madrid en 1919, seguida por la de Barcelona en 1924 y muy posteriormente las de Valencia (1988), Bilbao (1995), Alicante (2003), Palma de Mallorca (2007), Sevilla (2009) y otras de menor dimensión como las de San Sebastián (2012) y Málaga (2014)
Las estaciones son un elemento central del transporte metropolitano, tan importante como los propios trenes. Las estaciones de metro son no lugares, término acuñado por el antropólogo francés Marc Augé. Espacios de tránsito, como las habitaciones de hotel, aeropuertos o supermercados. Es por ello por lo que tienden a partir de un concepto de funcionalidad extrema. En palabras de Le Corbusier, podríamos decir que son “máquinas para esperar la salida y llegada de los trenes metropolitanos”. No hay que dejarse engañar por algunas estaciones emblemáticas. En algunas ciudades se realizan algunas estaciones a las que se les da unas características estéticas especiales, para que sirvan como imagen de identidad de los metros de esa ciudad. Son los casos por ejemplo de la estación de la Alameda en Valencia, obra de Calatrava, las estaciones de la línea 9 barcelonesa, la estación de Solna en Estocolmo, o parte de las estaciones del metro de Moscú.
Una gran mayoría de estaciones de metro partirán de conceptos racionales extremos, minimalistas o industriales. Ello llevará a problemas. Partiendo del caso del metro valenciano, podemos señalar entre otros problemas: la circulación interior para los viajeros, los asientos poco ergonómicos y escasos, la iluminación fría y, sobre todo, unos interiores poco “amigables”, duros, excesivamente funcionales.
El estudio de diseño británico Egret West, a solicitud del metro de Londres, planteó el año 2015, lo que llamó Station Design Idiom, un conjunto de principios para unas nuevas y mejores estaciones. Entre estos principios podemos señalar: lograr el equilibrio de toda la red de metro, ver más allá de las puertas de acceso, tener en cuenta la totalidad de la estación, priorizar el confort para el personal y usuarios, crear ambientes específicos con la iluminación, deleitar y sorprender…
Estaciones de metro, algo más, mucho más, que un lugar de espera.
Texto: Fausto Sánchez-Cascado, “historiólogo creativo”.